Según informe conjunto de Cáritas y FACIAM, para el año 2017 habían en España más de 40.000 personas sin hogar.
De acuerdo a los datos de las encuestas del Instituto Nacional de Estadísticas de España, para el año 2012, 22.938 personas requerían del servicio público de alojamiento, número que disminuyó en un 28% con respecto al año 2016, con lo que se puede asumir que con los programas desarrollados por los centros de alojamiento para inserción socio-laboral, atención médica y legal, se logró la reubicación de españoles y extranjeros.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), señalaba en el año 2017 que en las cifras mundiales sobre acceso a la educación podrían quedar excluidos hasta 350 millones de personas. Grupos que corresponden a personas sin hogar e indocumentados que no están contados en los índices de pobreza o migración, esto hace presumir que la falta de educación, de formación está vinculada a personas sin hogar.
La historia de Ricardo “Coco” Niz, un indigente argentino que vivió 25 años bajo un puente, desconocido por las estadísticas de su país por su ilegalidad de existencia, con 35 años de edad y 5 hijos bajo su cuidado, se dio a conocer posterior a un proyecto de alfabetización y formación como cooperativista, que lo lanzaron al mundo visible como un contribuyente a la economía de Argentina.
La educación es libertad, puede influir en la calidad de vida del ciudadano, en el control para la toma de decisiones, como lo expone Freire “La educación es verdadera praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”(7).
La condición de personas sin hogar obliga a la articulación de entes, unión de voluntades y planes diseñados para la inserción socio-laboral para mostrar una realidad diferente.
Esperanza Vásquez Vásquez