La tripulación da unas horas al Gobierno para que le deje transferir a los rescatados al ‘Open Arms’ y resuelva el bloqueo. Si no, asegura, pone rumbo a España
La tripulación del pesquero Nuestra Madre Loreto ha decidido plantarse. Tras nueve días navegando en punto muerto a la espera de que el Gobierno español ofrezca una solución para los 12 inmigrantes que recogió frente a las aguas libias, exige una solución inmediata. “O nos dejan evacuar a los inmigrantes al Open Arms o nos volvemos a Santa Pola con ellos”, ha advertido el armador del barco, Pedro Hernández.
La tripulación está agarrándose al único cabo que tiene en medio del Mediterráneo: las ONG de rescate. El buque Open Arms, que estaba en un puerto de Túnez, partió el jueves al encuentro del pesquero ante el empeoramiento del estado de salud de los rescatados. Este viernes, uno de ellos tuvo que ser evacuado en helicóptero a Malta, tras sufrir desvanecimientos y convulsiones, y el equipo de la ONG decidió solicitar autorización al Centro de Salvamento Marítimo de Madrid para la evacuación de los 11 inmigrantes que quedan en el barco. Junto al Open Arms y el pesquero se encuentra también el Mare Jonio, de la ONG italiana Mediterrena. Además, las previsiones meteorológicas hablan de que se acerca un nuevo temporal. Si no autorizan la evacuación, el pesquero amenaza con actuar por su cuenta y riesgo.
“El cocinero tiene órdenes de racionar la comida. Esta noche [por el viernes] hemos decidido parar máquinas para no gastar más combustible porque solo nos queda para navegar tres o cuatro días más”, contaba el viernes por la noche el patrón Pascual Durá. Conforme a ley del mar, los buques tienen la obligación de socorrer a los navegantes en apuros y Durá, como ha repetido en varias ocasiones, volvería a hacerlo todo de nuevo, a pesar de que la gestión de esta crisis le haya decepcionado. “No puedo vivir pensando que una sola persona falleció en el mar por mi culpa, pero después del castigo que estamos sufriendo por hacer lo correcto me pregunto en qué mundo vivimos”, lamenta el pescador.
La vuelta a España no era un escenario deseable para ninguno de los tripulantes. Con buenas condiciones meteorológicas pueden tardar casi una semana en llegar a Santa Pola y otra semana en volver a la zona donde faenaban. Su llegada no estaba prevista hasta el 22 de diciembre, justo para la campaña de Navidad. Esa travesía de ida y vuelta sin faenar, calcula el segundo patrón, Vicente Sampere, podría costarles cerca de 70.000 euros. Una fortuna para los pescadores.
Libia, el puerto más cercano pero no el puerto seguro
El Ejecutivo español lleva nueve días intentando desatascar la situación sin éxito. Desde un primer momento la Vicepresidencia del Gobierno puso Libia encima de la mesa. La interpretación oficial era que por ser el puerto más cercano, Libia era el puerto más seguro. Esta lectura provocó la movilización de la Agencia para los Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR) y una larga lista de organizaciones que rechazan que Libia, un Estado fallido dominado por cientos de milicias y donde los inmigrantes son esclavizados y torturados, pueda considerarse un puerto seguro. La tripulación del pesquero no quiere ir a un puerto libio. “Me preocupa la seguridad de los migrantes si desembarcamos allí, pero también la nuestra”, mentiene el patrón.
En Valencia, el presidente de la Generalitat, el socialista Ximo Puig, ha pedido al Gobierno español que actúe con la máxima diligencia para dar una solución al pesquero alicantino y ha criticado que los países más cercanos a la embarcación se mantengan tan hostiles a ofrecerles un puerto seguro. “Es evidente que la posición de la Comunidad Valenciana es abierta, pero también es evidente que debe cumplirse la legislación nacional”, informa Cristina Vázquez. Puig se suma asi a la presión creciente que lleva días ejerciéndose desde la Generalitat. La vicepresidenta, Mónica Oltra, fue la primera en ofrecer al Ejecutivo de Pedro Sánchez los puertos valencianos para un desembarco seguro.
Desde que este verano Malta e Italia blindaron sus puertos a la entrada de buques de rescate con inmigrantes a bordo se ha evidenciado la falta de consenso en la Unión Europea para establecer un sistema compartido de desembarco y asilo. Cada barco supone una negociación diferente y dependiente del clima político de cada país.
A mediados de agosto el Aquarius, con 142 rescatados a bordo, consiguió desembarcar en Malta tras conversaciones de alto nivel entre los socios europeos que pactaron un reparto solidario de los inmigrantes entre seis países. En aquella ocasión las negociaciones se dilataron cuatro días. En el caso del Nuestra Madre Loreto, Italia y Malta aún no se han mostrado dispuestas a ceder.
Autor: María Martín
Fuente: El Pais
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